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viernes, 6 de febrero de 2009

Cuestión de besos...

Inicio estas líneas rememorando a los subyugados (inútiles vasallos) que gustosos han recibido mis besos. Lamentablemente, ninguno logro satisfacerme. No comprendo la razón por la cual los seres masculinos de este planeta que se me han acercado alguna vez y han violado mi espacio personal bucal resultaron ser una manada de imbéciles sin gusto ni sentido del aeróbico arte del besuqueo.

Tal vez ellos no sean el problema, posiblemente sea yo la que sufra de frigidez oral. Sin embargo, esta situación es cuestionable. Creo que cuando una está en perfecto e inigualable uso de sus facultades bucales, la única manera de lograr una satisfacción total es cuando se encuentra con otro ser que las posea en la misma magnitud. Otra teoría factible, que no involucrara mis admirables habilidades, seria la ineludible falta de instrucción que se les da a los varones en estas artes. Tal parece que ellos creen que mientras más se introduzcan en la infortunada mujer, sea como sea, mas machos serán, y por supuesto, yo Claudia Carranza Berrios, con mis actitudes reformadoras tan enaltecidas siento el profundo deber moral de desmentirlos y rectificarles que es todo lo contrario. o por lo menos a mi parecer, mientras más dulce, lento y delicado que sea un beso, mejor.

Conocí a un chico que no besaba; el comía, succionaba, mordía y roía a mis pobres dientes, lengua y labios. Indiscutiblemente fue desechado al primer esbozo repetitivo de tremendo padecimiento. Evocando a mis primeras etapas besuquientas adolescentes, recuerdo con mucho cariño y ternura a mi nada excelentísimo ex. ¡Oh Carepuñete! (así le puso mi amiga Nini) Cuanto tiempo ha pasado. Ya más de un año y aun consigo reír con el recuerdo de tus besos. Eran tan desagradables. Logre enseñarte un poco y lamentablemente no terminaste bien mi curso, que lastima, no tenias la potencia suficiente a pesar de tener más experiencia que yo en este campo. Tal vez no sea tu culpa y fuera que yo la que tenía todas mis energías guardadas durante mucho tiempo. Pero definitivamente me decepciono tu falta de potencial energético. Y esa fue, en pocas palabras, mi primera mala experiencia con este género pordiosero y necesitado.

Queridísimos oyentes o lectores, mi escrito tiene como único fin y afán capacitarlos para en caso de conocerme a mí o a otra muchacha con mis sentidos orales tan desbocados, puedan satisfacerla plenamente y no salga huyendo como lo he yo hecho tantísimas veces. Amaestrarlos para que no las alejen al primer contacto, es, definitivamente, tarea difícil. Ya que, son cientos de años, épocas e ideologías las que tengo que modificar en su minúsculo subconsciente. Aun así, estoy totalmente dispuesta a reformarlos pues más que un deber, me fascina hacer labor social.

Prolongare este ensayo dirigiendo a mis lectores y oyentes un consejo de acuerdo a su sexo, con la esperanza de que se vuelva un servicio comunitario femenino y pueda pasar de mano en mano. Para que unidas podamos hacerlo llegar a la mayor cantidad de hombres.

Chicas: si el primer beso que les da su enamorado no les satisface, traten una semana. Si no mejora… DEJENLO.

Chicos: las chicas practican durante toda su pubertad e incluso su niñez el arte besuquiento con su almohada, mano o peluche más cercano, tal vez será factible que ustedes hagan lo mismo. La práctica hace al maestro.

Nunca olviden que el beso es la expresión afectuosa más placentera y portentosa del universo, y jamás! Nunca! Debe verse violada por otras mañas que fueron incluidas en este arte por el revolucionario equivoco machismo.

Claudia Carranza Berrios
Derechos reservados



AVISO IMPORTANTE
Se absuelve de cualquier ultraje en este ensayo al maestro labial M. Puesto que, hasta ahora, nadie lo ha equiparado EN SU LOCUCIÓN ARTISTICA ORAL…