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jueves, 16 de julio de 2009

A punto del Suicidio Emocional


Hoy mi corazón se acelero asemejándose al de los colibríes, sudoración palmar, suspiros prolongados, subí al cielo, pero solo para que la caída fuera más dolorosa. Y una lágrima. La única lagrima que derrame en mi vida por amor verdadero. Que divertido, me he enamorado por primera vez y de verdad. Lamentablemente, para variar un poco mi escaso mundo de ilusión emocional, mi sentir no fue correspondido. Qué difícil es ser siempre la mejor amiga, que difícil es saber que la persona que te besa no te quiere de verdad.

¿Cómo vivir con el corazón remendado?
El tiempo no es mi gran aliado,
y siempre que recurro a él mi pesar termina peor,
maltrecho y más abonado.

Con mi cabeza en su hombro lloré y el no lo notó, estaba ocupado evocando y asociando su pasado feliz en vez de vivir un presente a mi lado, incapaz de quererme, incapaz de evitar que me rompa por dentro cada vez que me mira fijamente y sé que no aprecia a quien tiene de frente. Con mis manos entre las suyas, sabiendo que no soy yo a la que toca, sabiendo que no es a mí a la que quisiera acariciar. Riendo y mintiéndome que no duele cada beso recibido, siendo tonta, siendo masoquista, llorando en su hombro sin que note que cada cosa que me dice corroe las vendas de mi desahuciado corazón.

Soñando despierta de alguien me ama,
navegando en el mar de mis lagrimas saladas
que se mecen con cada palabra dicha
por el que nunca me vera como su amada.

El amar es tan maligno que corrompe cada partícula de mi alma, ¿cómo pude perder mi escudo en el momento crucial de mi batalla contra la fantasía utópica del enamoramiento? Redundar en los porqués de mi actual desdicha es ya innecesario, simplemente hay dolor y es cuestión de aprender a vivir con él y soportarlo hasta que se haga tan constante que la costumbre logre tornarlo tolerable.

Si tengo que vivir con la desdicha de amar sin reciprocidad y pasar mis días escuchando que quieren la compañía de otras pero se conforman con la mía, lo hare, prefiero exponerme y sufrir, a seguir viviendo como en este último año y medio en el que enterré la llave de mi ilusión solo para que mi cerradura fuerza forzada por seres indeseables que solo querían su propia y mundana satisfacción.

Llegara el día en que me miren a los ojos y puedan ver que soy yo la que esta parada ahí, triste, temerosa, dispuesta a arriesgar su salud emocional por encontrar un par de pupilas que demuestren que si puedo ser amada, sin dolor, sin tragedia, con la simpleza y la dulzura de un amor real.